Todos hemos escuchado el típico discurso al que conlleva abrir el tema de sexualidad, aquel capaz de ahuyentar hasta al más valiente adolescente, ya sea por medio de una incómoda plática con sus padres, la detestable lección escolar, o por una penosa visita al médico; los adolescentes reciben constantemente información sobre su vida sexual, sin embargo, se debe aceptar la verdad que rodea a la educación sexual.
La información que se les brinda a los adolescentes suele ser controversial, poco confiable, tediosa y en contra de los impulsos que viven. La sexualidad va mucho más allá de amenazas sobre embarazos no planeados o infecciones de transmisión sexual. Al ser la etapa del cambio, es claro que los adolescentes desearán experimentar hasta la última gota que la vida tenga por ofrecer…
En mi experiencia, y a pesar de los múltiples intentos que mis padres tratan de hacerme entender que mi virginidad es sagrada y debe ser respetada como tal, me es imposible bloquear todas las inquietudes y sentimientos que han aparecido durante los últimos años. ¡Soy una adolescente! Es completamente normal que tenga más de diez preguntas sobre sexualidad. Sin embargo, a los ojos de mis padres o cualquier adulto en general, soy una pequeña flor que debe ser resguardada. No importa qué tan inofensivas pudieran llegar a ser mis dudas, mis padres se cierran tal y como la caja fuerte de un millonario, seguido por sus movimientos incomodos y aclaraciones de garganta.
Por ello contesto mis dudas conforme a las experiencias de mis amigas, internet, o bien, experiencia propia. El único problema es que ninguna de las anteriores son fuentes confiables, por lo que equivocarse está asegurado.
En una de mis emocionantes investigaciones, descubrí que el 31.2% de las mujeres en México comienza su vida sexual entre los 15 y 19 años. Honestamente, dicha información no me impactó en lo absoluto, ya que puedo entender a todas esas adolescentes que desean disfrutar de su juventud plenamente.
No obstante, al continuar leyendo el artículo, me percaté de que el 60% de los jóvenes en México no utiliza ninguna protección contra embarazos no planeados, ni mucho menos contra infecciones de transmisión sexual como el VIH/sida. Fue entonces cuando confirmé mi creencia acerca de la educación sexual profesional: es ineficiente, tediosa, incómoda e incluso poco confiable para los adolescentes. Por lo que, al no recibir los conocimientos necesarios para contestar nuestras dudas o inquietudes sin ser juzgados, regañados o advertidos sobre las consecuencias de ser sexualmente activo, los adolescentes actúan irresponsablemente.
Me encantaría hacer entender a los padres, doctores y escuelas que hablarnos de sexualidad no solo es informarnos sobre anticonceptivos y todo aquello que rodea a una vida sexual activa, no significa incitarnos a tener sexo, es ofrecernos seguridad, confianza y autoconocimiento.
De todas formas, con o sin su permiso, hay una gran posibilidad de que eso suceda. La información que obtengamos puede prevenir que nos convirtamos en uno de cada cinco casos de embarazo adolescente en México.
Escrito por Paula Rojo